Comienzo: La Lloreda (junto al Campo de Golf de la Lloreda) - Final: Playa de la Ñora.
Distancia: 4535m (ida y vuelta 9070m)
Duración estimada: 1h20min solo ida (2h50min ida y vuelta)
Esta ruta se sitúa en la Costa Central de Asturias, entre la zona rural de Gijón y el concejo de Villaviciosa y se puede acceder fácilmente desde la autovía A-8 tomando la salida 371 con dirección a la N-632. Esta carretera nos conduce al aparcamiento del Campo de Golf Municipal la Lloreda que se encuentra a penas a 1km de distancia y es, a su vez, el punto de partida de la senda. Desde el mismo parking se puede ver el acceso a la ruta con un mapa explicativo y una puerta de madera en la que luce un pequeño cartel que recomienda dejarla cerrada tras de sí para evitar el acceso al Campo de Golf de la fauna salvaje, notablemente los jabalís.
La senda discurre por las riberas frondosas del río La Ñora que es, a su vez, la frontera entre los los concejos de Gijón y Villaviciosa. Pero antes de alcanzar el profundo valle fluvial, se ha de bajar por una ladera que bordea el Campo de Golf y que, en días de fuerte lluvia, puede estar embarrada por lo que se recomienda el uso de calzado adecuado para el senderismo.
En esta parte del recorrido nos encontramos ya en una zona de bosque de ribera que no abandonaremos hasta el final de la ruta en la misma playa de la Ñora. Además de la exuberante vegetación, especialmente desde la primavera hasta el otoño, nos acompañará el sonido del agua del río que baja con mucha fuerza debido a la gran pendiente del recorrido. Otros habitantes de este bosque, como se ha citado previamente, son los corzos, ginetas, jabalís y mirlos que buscan refugio en esta área. Eso sí, resulta muy difícil avistarlos en días de alta frecuentación de senderistas. Sin embargo, a lo largo de la ruta encontraremos paneles explicativos que nos recuerdan su discreta presencia.
Una vez llegados a la ribera de la Ñora, en su unión con el río la Llorea, tomaremos la senda que discurre por un terreno llano hasta llegar a la playa. Se trata de una ruta bien señalizada por lo que resulta difícil perderse si seguimos la corriente del río. En nuestro recorrido cambiaremos de orilla en varias ocasiones, mediante puentes y pasarelas de madera, pasando así de un concejo a otro.
Acompañados por la sombra protectora del bosque, el curso fluvial se ensancha poco a poco y pierde el desnivel, escaso a estas alturas del recorrido, para llegar a una zona de pequeña marisma que anuncia la cercanía e influencia del Cantábrico. De hecho, en pleamar el agua del mar entra en esta parte del río lo cual tiene especial relevancia en el tipo de flora que encontraremos en este punto, como los juncos marítimos.
Un último puente de madera nos hace cambiar de orilla antes de llegar a esta playa relativamente tranquila (salvo en los fines de semana de verano) de unos doscientos cincuenta metros de largo donde se puede descansar y disfrutar de las vistas. Adicionalmente, la playa dispone de un aparcamiento para vehículos en caso que se prefiera realizar la ruta en sentido contrario. Aunque lo más recomendable es volver sobre nuestros pasos hasta el punto de salida para disfrutar del paisaje desde otra perspectiva.